60 años de Mafalda: secretos tras la icónica niña revolucionaria
Han pasado seis décadas desde que Mafalda, la niña más reflexiva y contestataria de la historieta argentina, vio la luz por primera vez. Creada por el talentoso Quino (Joaquín Salvador Lavado Tejón), este personaje ha trascendido generaciones, convirtiéndose en un ícono cultural no solo en su país natal, sino en el mundo entero. La pequeña Mafalda, siempre preocupada por los problemas del mundo, desde la paz hasta el hambre, es un emblema de la conciencia social y política, cuya vigencia se mantiene intacta incluso en la actualidad.
En 1963, Quino fue contactado para crear una tira cómica que promocionara electrodomésticos para la marca Mansfield, pero la campaña fue cancelada y el personaje de Mafalda quedó en el aire. Un año después, Quino retomó a Mafalda, adaptándola para una tira cómica que se publicaría en la revista "Primera Plana". En poco tiempo se convirtió en un fenómeno, gracias a su aguda crítica social y sus preguntas incómodas.
En 1965, Mafalda fue trasladada al diario "El Mundo", donde alcanzó a un mayor público. Durante dos años, la tira se publicó a diario, consolidando a Mafalda como una voz relevante en la sociedad argentina.
En 1965, Quino decidió añadir otros personajes entrañables como Susanita, su amiga soñadora y con una visión tradicional del mundo, y Manolito, el pragmático y amante de los negocios. Más tarde aparecieron Felipe el soñador idealista, y Libertad la revolucionaria. Este microcosmos permite que las tiras aborden una variedad de temas desde múltiples perspectivas.
Durante la década de los 60, Mafalda comenzó a publicarse en otros países y a hacer críticas más directas sobre temas políticos internacionales, como la Guerra Fría y la carrera armamentista. Quino utilizaba el ingenio de la pequeña para abordar problemas globales con una mirada inocente pero profundamente crítica. Fue traducida a más de 30 idiomas, entre ellos el quechua, que vemos en la foto.
Los padres de Mafalda, aunque no son personajes tan centrales como sus amigos, representan a la clase media argentina. A través de ellos, Quino retrata el esfuerzo cotidiano de una familia común que intenta lidiar con la curiosidad y el cuestionamiento constante de su hija.
Uno de los detalles más icónicos de Mafalda es su odio visceral por la sopa, la cual representa, según algunos críticos, la imposición de las normas y la autoridad. Para Mafalda, la sopa es mucho más que un plato, es un símbolo de todo aquello con lo que no está de acuerdo.
En 1968, Quino introdujo a Guille, el hermano pequeño de Mafalda. Con él, Quino exploró la dinámica familiar y mostró cómo la curiosidad y la rebeldía también podían estar presentes desde una temprana edad. Guille, aunque más travieso que reflexivo, complementó el mundo de Mafalda con sus ocurrencias.
En 1972, Mafalda dio el salto a la pantalla con una serie de cortos animados producidos en Argentina y en 1981, se realizó una película. Si bien la serie y la película fueron bien recibidas, no alcanzaron la misma trascendencia que la tira cómica. Aun así, son recordadas con cariño por muchos de sus fanáticos.
El 25 de junio de 1973, Quino publicó la última tira de Mafalda. Aunque no dio razones explícitas en ese momento, con los años ha explicado que sentía que ya había dicho todo lo que quería a través de la pequeña. Sin embargo, la popularidad del personaje no disminuyó, y Mafalda siguió siendo relevante en diversas publicaciones.
Quino ha sido galardonado con numerosos premios a lo largo de su carrera, incluido el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2014. Mafalda, en particular, ha sido reconocida por su capacidad para abordar temas complejos de manera accesible. Falleció el 30 de septiembre de 2020, en Mendoza, Argentina.
Aunque Mafalda es solo una niña, su visión crítica de las normas sociales ha sido vista como una influencia temprana en el movimiento feminista. El personaje nunca se conforma con las expectativas tradicionales y cuestiona los roles de género, lo que la convierte en un referente para muchas mujeres.
En el barrio de San Telmo, Buenos Aires, existe una estatua de Mafalda sentada en un banco, donde los fanáticos pueden tomarse fotos con ella. Aquí vemos a Quino, su creador. Además, en 2009 se inauguró un parque temático en honor al personaje, donde se rinde homenaje a su creador y se celebra el legado de la niña que nunca dejó de hacer preguntas.
Mafalda se ha convertido en una defensora de los derechos de los niños. Su preocupación por la paz mundial, la justicia y el bienestar de los más desfavorecidos ha sido utilizada por organizaciones como UNICEF para promover mensajes de igualdad y protección infantil.
Durante la dictadura militar en Argentina, algunas tiras de Mafalda fueron censuradas por sus críticas políticas. A pesar de la censura, el personaje siguió siendo un símbolo de resistencia y libertad de expresión en tiempos difíciles.
En la actualidad, Mafalda sigue presente en las redes sociales, donde sus tiras siguen siendo compartidas y comentadas por millones de usuarios. A lo largo de sus 60 años, su legado es su infinita capacidad para abrirnos los ojos sobre el estado del mundo. Mafalda no solo es una niña, es un símbolo de la lucha por un mundo mejor.