El protagonista de 'Gladiator' que murió en pleno rodaje por una absurda apuesta
Ahora que 'Gladiator 2' está arrasando en cine, no está de más recordar una de las anécdotas más bestias que dejó la primera entrega. Una anécdota que le costó la vida a uno de sus protagonistas: Oliver Reed.
Oliver Reed era famoso en Hollywood por su amor a la fiesta a todos los niveles. Una querencia por el vicio que era proporcional al talento que tenía como actor y que le mantuvo más de 40 años en activo.
Ese talento fue el que llevó a Ridley Scott a contar con Oliver Reed para uno de los papeles principales de 'Gladiator', el de Antonio Próximo, el entrenador de gladiadores que compra a Máximo Décimo Meridio (Russell Crowe).
Todos sabían que 'Gladiator' iba a ser un bombazo, como acabó siendo tras llevarse 5 Oscar (incluidos Mejor Película y Mejor Actor) y recaudar más de 450 millones de dólares, tras costar más de 100 millones allá por el año 1999.
Pero este éxito previsto no impidió que Oliver Reed se implicara en una absurda apuesta en un bar de Malta, donde se rodaba parte de la cinta, que le acabaría costando la vida, con apenas 61 años.
El acuerdo al que habían llegado Ridley Scott y Oliver Reed era que éste no debía beber durante el rodaje, aunque sí le daba algo de margen los fines de semana. Suficiente para morir con las botas puestas.
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Ocurrió el 2 de mayo de 1999, domingo por la mañana para más señas. Oliver Reed estaba tomando algo en un pub de La Valeta, cuando la tripulación de un barco de guerra británico entró en el local.
Ni corto ni perezoso, Oliver Reed les retó a ver quién aguantaba más bebiendo. Y el actor perdió. La apuesta y la vida.
"Cayó muerto al suelo. Dijo que no se encontraba bien, se tumbó en la alfombra y murió", contaba el propio Ridley Scott en una entrevista con 'Variety'. ¿El problema? Faltaban varios días de rodaje.
Y, claro, hablamos del año 1999, donde los efectos digitales no son como los actuales y hablamos de un personaje principal e imprescindible para la trama. Tocó improvisar y, obviamente, gastar mucho dinero.
Ridley Scott contrató a un doble que hizo las escenas que le quedaban a Oliver Reed de espaldas, mientras que cuando se le veía la cara optaron por efectos digitales de la época.
Fueron apenas dos minutos de metraje pero costaron 3 millones de dólares más, a una producción que ya se había ido por encima de los 100 millones de presupuesto. Eso sí, recuperarían 4,5 veces esa inversión.
A pesar de no culminar su obra, Oliver Reed fue nominado a Mejor Actor Secundario por los Premios BAFTA y los Premios del Sindicato de Actores.
Ahora, si hubo un homenaje que le habría gustado, fue el que le hizo el pub donde murió, que cambió su nombre a 'Ollie's Last Pub'.