La verdadera historia de Amparo Muñoz
Siempre será recordada por ser (hasta la fecha) la única española en hacerse con el título de Miss Universo. Y también la primera en renunciar al título y en despotricar abiertamente de los concursos de belleza. Pero ése es sólo uno de los capítulos de la vida de Amparo Muñoz (Málaga, 1954), una historia que merece la pena volver a ser contada.
Porque Amparo Muñoz fue mucho más que la Miss Universo española que renunció a su título. En muchas ocasiones fue una avanzada a su tiempo y, pese a vivir inmersa en un mundo ideado por hombres, supo decir NO para no traicionarse a sí misma.
Su belleza le abrió muchas puertas, pero también se convirtió en una losa con la que tuvo que cargar prácticamente durante toda su vida.
Lo cierto es que a Amparo Muñoz, la fama le llegó por casualidad. De orígenes humildes, ella era la mayor de seis hermanos, por lo que comenzó a trabajar desde pronto, primero como dependienta de unos grandes almacenes y después como secretaria en una agencia de publicidad.
Y fue gracias a este trabajo cuando, por recomendación del director de Diario Sur, se presentó a Miss Costa del Sol, aprovechando que se celebraba en Vélez-Málaga, su localidad, y que el primer premio era un viaje a Lanzarote.
Pero, en cierto modo, ganar aquel concurso de belleza fue para ella un regalo envenenado, pues para poder ir a Lanzarote, que era su única motivación, tenía que participar en Miss España.
Acabó participando en Miss España. Y además ganó. Como anécdota, hay que recordar que se impuso en la final a la mismísima Normal Duval, Miss Madrid, quien según confesó la propia Amparo Muñoz en sus memorias, “iba a por todas”.
Lo cierto es que aquello supuso un trampolín, pues le permitió poder empezar su carrera como actriz, rodando sus primeras películas. Vida conyugal sana (1974) fue su primera incursión en el cine al lado de José Sacristán.
Entretanto, en 1974 fue requerida para cumplir sus obligaciones como Miss España en Miss Universo, que aquel año se celebraba en Manila (Filipinas).
Y una vez más, su belleza le llevó a ganar y convertirse en Miss Universo, dándole de la noche a la mañana una proyección mundial a la que le costó acostumbrarse.
Por motivo de su nuevas responsabilidades, tuvo que instalarse en Nueva York, donde, según contó tiempo después en distintas entrevistas, comenzó a sentirse como una rehén de la organización de Miss Universo, vigilada durante las 24 horas de los siete días de la semana y viéndose obligada a viajar a distintos países para cumplir con sus obligaciones.
Foto: TVE
"Después de treinta años, todavía recuerdo con terror mi experiencia como Miss Universo. Tanto que aprendí a dormir sentada: tumbada en la cama daba una cabezada durante una o dos horas y enseguida volvía el pánico a todo lo que me estaba ocurriendo, a todo lo que veía en sueños”, contó en sus memorias.
Aquello duró seis meses en los que las jornadas maratonianas de trabajo le llevaron a una situación de cansancio y estrés que no pudo soportar. Además, según contó ella misma a lo largo de su vida en distintas entrevistas, la sexualización a la que se vio sometida y las proposiciones de prostitución encubiertas que recibió le hicieron decir NO.
Pero renunciar y salir de aquella situación no le fue fácil. E incluso su novio de entonces, el actor Máximo Valverde, con el que grabó la película ‘Clara es el precio’ (1975), tuvo que viajar a Nueva York para traerla de vuelta a España.
“Un día me llamó por teléfono desde Nueva York y estaba llorando. Cuando hablé con ella, me dijo claramente que no podía más y que quería irse de allí. Total, que me fui a Nueva York y allí siguieron los problemas. Había muchísimos pisos en el hotel, pero me metí en el ascensor y dos señores se metieron conmigo en él. De pronto, le dieron a un botón, aquello se paró, y empezaron a pegarme”, cuenta el propio Máximo Valverde en el documental de TVE ‘Amparo Muñoz, la mujer que dijo NO’.
Al final consiguieron salir de Estados Unidos haciéndose pasar por azafatos de Iberia. Y una vez en España arrancó definitivamente su carrera como actriz, aunque al principio lastrada por esa increíble belleza que en la mayoría de ocasiones le llevaban a interpretar papeles sexualizados plagados de clichés, especialmente en los tiempos del cine del destape.
Pese a todo trabajó con algunos de los mejores directores de la época, como Vicente Aranda, Eloy de la Iglesia, Emilio Martínez Lázaro o Fernando León de Aranoa, regalando una prolífica carrera cinematográfica. Incluso llegó a ganar e premio a Mejor actriz secundaria en el Festival de Cine de Bruselas por ‘Mamá cumple cien años’ y fue nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes por la película ‘Dedicatoria’.
En cuanto a su vida personal, tras romper con Máximo Valverde, Amparo Muñoz se casó en 1976 con el cantautor Patxi Andión, con quien había rodado ‘La otra alcoba’, de Eloy de la Iglesia. El matrimonio duró un año y medio, ya que en cuanto comenzaron a convivir, se dio cuenta de que no estaba enamorada. Además, no soportaba el control que él ejercía sobre ella ni que no le permitiera trabajar como actriz.
Después llegó a su vida el productor Elías Querejata, con quien mantuvo una relación entre 1977 y 1979. Entretanto se enamoró del mexicano Tomas Farkas, al que conoció rodando 'El tahúr' (1979), y tuvo un romance con un piloto del que acabó quedando embarazada, aunque decidió no seguir adelante con el embarazo, lo que supuso la decisión más equivocada de su vida, según contó ella misma en sus memorias ‘La vida es el precio’.
En 1983 se casó, en una ceremonia celebrada en Bali sin validez legal en España, con el anticuario chileno Flavio Labarca, con quien comenzó a tontear con el mundo de las sustancias ilegales.
Aquel fue el comienzo de una debacle que le llevaron a la destrucción y a ser detenida en 1987 por presunta posesión de heroína dentro de la 'Operación Primavera'.
E incluso fue víctima de lo que pareció una campaña orquestada que aseguraba que estaba enferma de SIDA. Fue el 14 de enero de 1990 cuando Amparo Muñoz y el que sería su tercer marido, Víctor Rubio, con el que se encontraban en una habituación del Hotel Málaga Palacio, fueron avisados de la portada del Diario Ya llevaba el siguiente titular: ‘El sida pone a Amparo Muñoz al borde de la muerte’.
Lo consiguió desmentir y 18 años después tuvo que ser indemnizada por los periodistas que publicaron aquella información, pero, en aquellos tiempo, cuando la enfermedad estaba totalmente estigmatizada, provocó que teléfonos dejaron de sonar y Amparo Muñoz desapareció por un tiempo.
Con el tiempo volvió a trabajar. Ahí quedan, por ejemplo, ‘Familia’ (1996), de Fernando León de Aranoa; ‘Fotos’ (1997), de Elio Quiroga; o la obra de teatro ‘La habitación del hotel’, pero el tumor cerebral que le detectaron en 2003 la apartó definitivamente de la actuación.
Pasó sus últimos días en su casa familiar de Málaga, donde murió en 2011 a los 56 años.
Está claro que Amparo Muñoz fue una rara avis, pero, también, una mujer libre que, con sus aciertos y errores, sólo quiso vivir a su manera.