Las joyas más alucinantes de la realeza
Son mucho más que un símbolo de poder. Las joyas que a menudo vemos portar a reinas y princesas son verdaderas obras de arte que, en algunas ocasiones, guardan siglos de historia entre sus piedras perfectamente engarzadas. Por ello, hemos querido hacer este selección de las joyas más alucinantes de la realeza para fascinarnos con su espectacularidad y belleza, así como con algunos de los secretos que guardan...
Una de las tiaras favoritas de la princesa Magdalena de Suecia es la bellísima kokoshnik de aguamarinas. Tan impresionantes como esos maxipendientes de brillantes del joyero real de Suecia.
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La tiara Estuardo es una de las piezas más especiales y valiosas de la monarquía holandesa. No en vano, cuenta con un imponente diamante central de 40 quilates que originalmente perteneció (aunque formando parte de un broche) a la reina María II de Inglaterra, que estaba casada con el rey Guillermo de Orange, quien se lo regaló. A la muerte de la reina, la joya, de especial valor por su extrañeza, volvió a los Países Bajos e incorporada a esta tiara.
El famoso collar Nizam of Hyderabad, que hemos podido ver en los cuellos de la reina Isabel II o de Kate Middleton, está valorado en alrededor de 80 millones de euros y es una de las joyas más importantes de la monarquía británica. Fue un regalo de boda del último Nizam de Hyderabad a la reina Isabel II.
La tiara que Máxima de Holanda eligió para la coronación de su marido como rey de los Países Bajos, el rey Guillermo, fue la conocida como Gran Tiara de Zafiros, la cual fue un regalo del rey Guillermos III de Holanda a su esposa, la reina Emma. Cuenta con 31 zafiros de Cachemira y 655 diamantes de Sudáfrica engarzados sobre una diadema de platino.
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Otra importante tiara holandesa es la que utilizó la por entonces princesa Máxima el día de su boda. Se trata de la tiara de estrellas, que fue además con la que debutó la princesa heredera Amalia de Holanda en la fiesta de cumpleaños de la princesa noruega Ingrid Alexandra. Perteneció a la reina Emma y se remonta al siglo XIX, cuando la emperatriz Isabel de Austria, más conocida como Sissi, popularizó estas estrellas para su frondosa cabellera.
Muy especial es la tiara Napoleónica que encontramos el joyero real de Suecia. Está fabricada en acero, oro y plata. Fue creada entre 1810 y 1814 para la reina Hortensia de Holanda, madre de Napoleón III, y llevada a Suecia por su sobrina, la reina Josefina de Suecia, tras su boda con con el rey Oscar.
La Cambridge Lover’s Knut, que está plagada de diamantes y perlas en forma de lágrima, fue elaborada en 1914 por la joyería londinense Garrard para la reina María de Teck, abuela de Isabel II. inspirada en una tiara de la abuela de María de Teck, Augusta de Hesse, que era esposa del duque de Cambridge.
La Rusa es una de las tiaras más antiguas del joyero real de la Casa Real española. Fue creada para la reina María Cristina de Austria por el diamantista español Francisco Marzo.
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Una de las tiaras favoritas de Carolina de Mónaco es la tiara Cartier Pearl Drop o también conocida como la tiara de la princesa Carlota. Cuenta con base de oro blanco y platino y está formada por perlas en forma de gota que cuelgan entre arcos de diamantes. Fue creada en 1920 por Cartier como regalo de bodas del Conde Pierre de Polignac a su prometida, la princesa Carlota de Mónaco, abuela paterna de la princesa Carolina.
La tiara Mellerio, realizada por la joyería parisina que le dio su nombre en 1888, fue un encargo del rey Guillermo III para su esposa, la reina Emma. En ella encontramos diamantes y rubíes. Además, forma parte de un juego formado, además de por la tiara, por pendientes, broche y pulseras. Es, sin duda, una de las favoritas de la reina Máxima.
Perteneció a la gran duquesa Vladimir, esposa del tío del zar, el gran duque Alexandrovich, y su historia se remonta al asesinato del zar Nicolás II. Tras este suceso la tiara Vladimir salió de Rusia gracias a la ayuda de Albert Stopford, un británico comerciante de antigüedades. Cuando la gran duquesa murió se pusieron a la venta muchas de sus joyas, que fueron adquiridas por miembros de las principales casas reales europeas. La tiara Vladimir en concreto fue comprada por la reina Mary, la abuela de la reina Isabel II.
En origen era una tiara inspirada en los tradicionales tocados rusos, con flecos de diamantes, que perteneció a la princesa Carlota de Mónaco (madre Raniero III). Ahora Carolina de Mónaco usa como collar.
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Originalmente era un collar con 34 diamantes en talla rosa, pero en 1901 se mandó convertir en diadema con armazón en platino. Es una de las diademas a las que más recurre Máxima de Holanda.
La tiara Sibila que vemos en la testa de la princesa Magdalena de Suecia fue elaborada por E. Wolff & Co. y fue un regalo que el príncipe Arturo de Reino Unido y Luisa Margarita de Prusia hicieron a su hija Margarita con motivo de su enlace matrimonial con Gustavo VI Adolfo de Suecia en 1905.
La tiara de las Nueve Provincias que porta la reina Matilde de Bélgica es una de las más valiosas, por su historia, del joyero belga. Se la regaló el pueblo belga a la princesa Astrid de Suecia cuando contrajo matrimonio con el Rey Leopoldo III en 1926.
La 'parure' de amatistas que vemos llevando a la princesa Victoria de Suecia se cree que perteneció a la emperatriz Josefina Bonaparte. Tras su muerte fue heredada por la princesa Augusta de Baviera y después por Josefina de Leuchtenberg, quien se casó con el rey Óscar I. Es así como terminó en Suecia.
Sin duda es uno de los conjuntos más importantes del joyero danés. Realizado a base de diamantes y esmeraldas en 1840 por los joyeros Weisshaupt, está formado por tiara, pendientes, collar y broche.
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En la imagen vemos a la reina Letizia de España llebando la tiara flor de lis, la más importante del joyero real español, regalo del rey Alfonso XIII a Victoria Eugenia de Battenberg con motivo de su boda en 1906. Debe su nombre a la flor de lis, emblema de la dinastía borbónica, y fue creada por Ansorena en 1906. También vemos a la reina de España con unos impresionantes pendientes de zafiros y diamantes que ha heredado de la reina Sofía de España.
Absolutamente hipnótica por su gran tamaño es la tiara Braganza de la reina Silvia de Suecia. Fue creada con infinidad de diamantes en París sobre el año 1830 para la emperatriz del Brasil Amelia de Leuchtenberg. Llegó a Suecia ya que, una vez exiliados de Brasil, Amelia de Leuchtenberg dejó en herencia a su hermana, la reina Josefina de Suecia y Noruega.
La historia de la tiara Kokoshnik nos lleva a los tiempos en los que la reina Alexandra de Dinamarca pidió con motivo de su aniversario de boda con el rey Eduardo VII una tiara como la de su hermana, la emperatriz rusa María Fiódorovna. A su muerte la heredó su nuera, la reina María de Teck, quien la legó a su sobrina, la reina Isabel II.
Una de las tiaras favoritas de Victoria de Suecia es la tiara Fringe, que imita los rayos del sol a base de diamantes.
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Este juego formado por tiara, pendientes, collar y broche de esmeraldas y diamantes de la reina Sonia de Noruega es sencillamente espectacular. Perteneció a la emperatriz Josefina Bonaparte. Es de estilo neoclásico y corrió a cargo del joyero Bapts. En la parte superior central, podemos observar una gran esmeralda de talla princesa.
Los pendientes más importantes de la colección real española son los chatones de diamantes que pertenecieron a la reina Victoria Eugenia de Battenberg. La reina Letizia los elige para los momentos más especiales, como la coronación del rey Carlos III.
La tiara de Grosellas es una de las favoritas de la reina Mary de Dinamarca y está formada por brillantes y rubíes en forma de hojas de grosellas, lo que le da su nombre. Perteneció a la Désirée Clary, quien se convirtió en reina de Suecia y Noruega después de casarse con el futuro rey Carlos XIV Johan. Llegó a Dinamarca tras el matrimonio de la bisnieta de Désirée Clary, la reina Luisa, con el rey Federico VIII de Dinamarca.
Encargada a los joyeros oficiales del Principado de Mónaco, Van Cleef et Arpels, se trata de un regalo del príncipe Alberto de Mónaco a su esposa Charène. Tiene elementos que evocan las olas del mar en honor a su pasado como nadadora olímpica. Se puede utilizar como tiara o como collar y está compuesto por 850 diamantes, 359 zafiros y 11 diamantes.
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La Tiara de Estado, que en tantas ocasiones vimos en la cabeza de la reina Isabel II, se remonta al año 1820, cuando fue realizada para la coronación de Jorge IV. Cuenta con 1.333 diamantes y 169 perlas.
Originada en el siglo XIX, esta diadema perteneció a la princesa Luisa de Prusia, tatarabuela de la reina Margarita de Dinamarca. Era la favorita de la reina Margarita y, como curiosidad, hay que añadir que sólo pueden ser utilizadas por monarcas en el trono o por reinas consortes.
De la reina Sofía ha heredado la reina Letizia estos maravillosos pendientes ideados por la casa de joyería francesa Van Cleef & Arpels. Fue un regalo de boda para la reina Sofía por parte del armador griego Stavros Niarchos a base de rubíes y diamantes. Forman parte de un conjunto en el que también encontramos
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La tiara de las Perlas Antigua perteneció a la reina Ana Pavlovna de Países Bajos. Puede llevarse con o sin las perlas y Máxima de Holanda recurre a ella en multitud de ocasiones.
Esta tiara que vemos en la cabeza de la princesa Magdalena de Suecia es la tiara Six Button, elaborada a partir de botones de diamantes que pertenecieron a la reina Luisa Ulrica de Suecia.
Esta tiara de diamantes de distintos tamaños, que perteneció a la reina Sofía de Prusia y luego a la reina Federica de Grecia, es una de las más espectaculares del joyero de los royals griegos. Hemos podido verla en la cabeza de Marie Chantal Miller, esposa de Pablo de Grecia, en diferentes ocasiones, como la cena de gala por el 18º cumpleaños de Ingrid de Noruega.
La tiara llegó a la Casa de Bernadotte en 1823 por el matrimonio de la nieta de Josefina Bonaparte, Josefina de Leuchtenberg, con Óscar de Suecia. Se trata de una creación del orfebre parisino Marie-Étienne Nitot, fundador de la casa Chaumet, y la elegida por la princesa heredera de Suecia, Victoria, en el día de su boda con Daniel Westling.
No cabe duda de que la familia real sueca es propietaria de una de las colecciones de joyas más impresionantes. Y entre la multitud de piezas destacables se encuentra este set de distintas piezas de zafiros que se atribuye al joyero francés Marie-Étienne Nitot.
Esta impresionante diadema es una de las más importantes del Gran Ducado de Luxemburgo. Creada alrededor de 1830 por la joyería de Jakob Tillmann Speltz, su uso está reservado a la Gran Duquesa reinante y es una de las más grandes de Europa.
Imponente también es este juego formado por tiara, pendientes y collar de esmeraldas y diamantes que le hemos visto a la reina Ana María de Grecia en diferentes eventos.
Perlas y diamantes dan forma a a tiara Wurtemberg, la misma que usó Beatriz de Holanda en el día de su boda y que posteriormente ha seguido utilizando a lo largo de su reinado, al igual que su nuera, la reina Máxima.
La princesa de Magdalena de Suecia eligió para el día de su boda la tiara Fringe que el Rey Carlos Gustavo de Suecia le regaló en 1986 a su esposa, la reina Silvia, por su 10º aniversario de boda. También llevó los pendientes Vasa, uno de los más antiguos de la colección de joyas de la monarquía sueca. En concreto datan de finales del siglo XVIII.
En la imagen vemos a la reina Sofía de España con algunas de las joyas más valiosas del joyero real español: la diadema de perlas de Cartier de la Reina Ena, que fue diseñada en 1920 con una clara inspiración art-decó y elaborada con diamantes y perlas sobre una base de platino. También lleva los pendientes y collar de chatones y una de las pulseras gemelas de Cartier.
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