Los cementerios más aterradores del mundo
Silencio, paz, tranquilidad pero también una constante sensación de inquietud y nerviosismo hacen que el hipnótico poder de atracción de los cementerios sea aún más inexplicable.
A pesar de todo, estos sagrados lugares de descanso eterno siguen resultando fascinantes para millones de personas, incluso cuando hablamos de los cementerios más aterradores del mundo.
La ilustre Eva Perón descansa eternamente en este turbador camposanto bonaerense, cuyos mausoleos ornamentados parecen suponer una amenaza constante a quienes pasean por su interior.
A pesar de su escalofriante entorno, su poder magnético es tal que hubo un cuidador del cementerio que ahorró toda su vida para poder pasar en él su muerte. Curiosa la fina línea que hay de trabajar para vivir a trabajar para morir.
Hablar del cementerio Greyfriars obliga, de forma instantánea, a hablar de Bobby, el perro fiel que vigilaba la tumba de su amo, hasta encontrar su propia muerte. Obviamente, está enterrado en el cementerio, aunque no en su lápida, sino en una zona de césped.
Más allá de esta historia intrigante, Greyfriars Kirkyard lleva lo siniestro a otro nivel. Un punto de obligada visita turística en el muchos de los visitantes salen de sus dominios con un malestar inexplicable y poco habitual, pero que a su vez se presta a todo tipo de folclore.
Hablar de Salem es hablar de la historia más oscura de Estados Unidos y los famosos e infaustos juicios de las brujas de Salem.
Precisamente, en este camposanto reposan los restos de muchas de estas presuntas brujas que parecen observar desde cualquier punto de la necrópolis a quienes se atreven a pasar por la puerta.
Levantar un cementerio con arquitectura gótica victoriana es toda una declaración de intenciones. El resultado es un camposanto tan espectacular y abrumador como siniestro.
Por si fuera poco, en los 70 se hizo famoso en todo el mundo por el 'Vampiro de Highgate', una leyenda que provocó una avalancha de visitas durante aquella época, tanto de turistas como de presuntos cazadores de vampiros.
Lo que pretendía ser una imagen amable y de recuerdo a los fallecidos, se ha convertido en uno de los paseos más aterradores que puede recorrer una persona viva.
Nos referimos al camino que, iluminado por farolillos de piedra, llevan hasta el mausoleo de Kobo Daishi, en esta necrópolis en la que se acumulan más de 200.000 lápidas.
Tan hipnótico como perturbador. Tan bello y sereno como escalofriante. El cementerio más grande de París es un punto de encuentro de ilustres nombres que no todo el mundo se atreve a visitar.
Jim Morrison, Édith Piaf, Cyrano de Bergerac, Molière u Oscar Wilde son algunos de los famosos de ayer, hoy y siempre cuyos restos descansan para quienes les visitan no lo hagan, al menos la noche siguiente al paso por Père Lachaise.
Tratándose de un cementerio que se remonta al siglo XV, es lógico pensar que lo lúgubre y siniestro del lugar supere, con creces, toda consideración humana.
Ahora, si a este aspecto infernal se le suma la sensación de agobio que provoca la acumulación de tumbas por la falta de espacio, es lógico que algunos visitantes salgan del camposanto sintiendo que les falta el aire.
Construido en 1789, es el cementerio en activo más antiguo de Estados Unidos y se nota en muchas de las criptas del siglo XIX que aún conserva.
En esta necrópolis descansan los restos de Marie Laveau, la reconocida reina vudú y esto es motivo suficiente para seguir inquietando a todo el que visita la zona, tras más de 140 años enterrada. A pesar de ello, mucha gente sigue llevando ofrendas para pedirle favores. Si se cumplen, solo quienes lo piden lo saben.
Las Catacumbas de los Capuchinos abrazan su lado más siniestro y muestran la muerte tal y como es, de la mano de los 8.000 cuerpos que se acumulan expuestos en sus paredes.
Si tal cantidad de cuerpos sin vida no son suficientes, uno de ellos es el de Rosalía Lombardo, la niña de dos años que, momificada en la década de 1920, un siglo después es la estrella fallecida de este oscuro y cuestionable show que atrae a cientos de miles de personas año tras año.
Su indescriptible tamaño, es uno de los cementerios más grandes del mundo, deja sin aliento nada más entrar. Sus espectaculares construcciones, mantienen al cuerpo sin respiración durante todo el recorrido.
A medio camino entre lo entrañable y lo macabro, los mausoleos, capillas y lápidas compiten en una tétrica carrera por destacar y presumir más allá de la vida. Una competición que jamás tendrá un ganador.
Inquietante belleza la que esconde este camposanto de estilo victoriano en el que la niebla es tan perpetua casi como sus moradores habituales.
Uno de ellos, Daniel O'Connell, El Libertador, fue una de las figuras políticas más relevantes del país en el siglo XIX y, ahora, es una de las mayores atracciones del cementerio.