Mitos, leyendas y curiosidades sobre las brujas
Las brujas son unos personajes que han dado lugar a muchos mitos y leyendas. Provocan curiosidad y temor a partes iguales. Históricamente, las mujeres que decían ser brujas, fueron protagonistas de terribles momentos y, con el paso de los siglos, han quedado mitificadas en el imaginario colectivo dando lugar a todo tipo de historias, películas, incluso fiestas populares. ¿Quieres saber algo más sobre ellas?
Para buscar el origen de las brujas y la brujería podemos remontarnos a la antigüedad y, más concretamente a la Biblia, donde se hablaba de que Saúl utilizó los servicios de una bruja en la ciudad de En-Dor para poder hablar con Samuel, ya fallecido.
De esos tiempos tan lejanos no hay muchas alusiones a las brujas, pero está claro que ya debía existir a ojos de las personas como algo temido, reprobable y que incluso fue prohibido como se demuestra en lo escrito en la Ley de las XII Tablas del 450 a.C. o la Ley Cornelia, que condenaba a muerte a quienes practicaban la brujería.
De igual manera hay referencias a las brujas en la Antigua Grecia, a las que se les suponía una procedencia de la región de la Tesalia. A la bruja de allí se la llamaba Erictón, tal y como relata el Libro VI de la Farsalia de Marco Anneo Lucano. También en Roma, donde la leyenda cuenta que Horacio evocó a la bruja Canidia en el Esquilino, una de las siete colinas de la ciudad.
Pero no sería hasta el Medievo cuando se empezó a tener la concepción que se tiene hoy en día sobre ellas. Fue una época de persecuciones y terribles castigos para todas aquellas mujeres a las que se acusaba de brujería. Una práctica que se extendería, aproximadamente, de 1480 a 1750 en Europa y América del Norte.
Cabe destacar que la práctica de la brujería no era patrimonio exclusivo de las mujeres, sino que había hombre, brujos y hechiceros, que también fueron asesinados por ello. Aunque, es cierto, que se consideraba al sexo femenino por su “debilidad moral” como más proclives a dejarse llevar por las artes oscuras.
A todas las brujas se las condenaba por sus acciones diabólicas y se las acusaba de todos los males, fuera el que fuera. ¿Qué había hambruna? Culpa de las brujas; ¿Plagas? Culpa suya; ¿Epidemia de peste? Las brujas, otra vez.
Cuando nació Carlos I de España y V de Alemania se venía de la guerra de los 80 años, cayó una gran nevada, las temperaturas fueron terriblemente bajas y se perdieron muchas cosechas. El hambre hizo mella entre la gente y se sumó a otras desgracias como la peste, la viruela, la gripe o el sarampión. La muerte era protagonista de la vida cotidiana y había que buscar culpables. ¿Quién mejor que las brujas?
Muchas de las acusadas de brujas acababan ardiendo en la hoguera después de ser juzgadas por el supersticioso y miedoso populacho. Daba igual que fueran culpables o no. Si alguien les acusaba de serlo, estaban sentenciadas.
Aunque la imagen que tenemos es que las brujas ardían en la hoguera, no era esta la única forma de aplicar la sentencia. Algunas, como sucedió con las brujas de Salem, en Estados Unidos, fueron colgadas, por ejemplo. Otras, sin embargo, eran torturadas de forma cruel hasta que confesaran sus terribles secretos.
Las únicas pruebas que se necesitaban para acusar y sentenciar a una mujer de ser una bruja, podía ser el simple hecho de aparecer en los sueños de alguien, que las vieran “en situaciones extrañas” o que tuvieran malformaciones o manchas, pues no había margen de duda: eran marcas del mismísimo diablo.
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Fue una Papa, Inocencio VIII, quien cogió esas creencias populares de que las brujas eran las culpables de todos los males y las elevó a los altares, acusándolas de asesinar, cambiar la naturaleza e ir en contra de matrimonios y el nacimiento de bebés.
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El poder religioso cayó con dureza sobre las brujas y de ahí surgió Melleus Maleficarum, un libro escrito por dos clérigos, Jakob Sprenger y Heinrich Kramer, a través del cual se sentó la base de cómo eran, cómo se comportaban y de la necesidad imperiosa de poner en marcha una ‘caza de brujas’.
En cuanto a la imagen de las brujas, son muchas las teorías y los orígenes que han ido conformando el aspecto que les damos hoy en día. Por ejemplo, el hecho de que lleven capa en punta podría estar relacionado con el hecho de que, tiempo atrás, el Papa Inocencio III ordenara a los judíos que las usaran. Un pueblo, el judío, al que también se acusó muchas veces de brujería.
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Y eso de que vuelen sobre escobas, podría explicarse por los efectos que genera la mandrágora, una planta que se usaba en ritos de brujería y que provoca alucinaciones, entre las que podría encontrarse la sensación de elevarse y alzar el vuelo. El tema de la escoba, como el sombrero y otras cuestiones, vendrían de representaciones de pintores de la época.
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Lo cierto es que esa imagen de bruja fea, con verrugas, que vuela y prepara pócimas en un caldero fue cosa del famoso pintor flamenco Pieter Brueghel 'El Viejo', quien ya las representó así sobre sus lienzos, incluso volando sobre la escoba o haciendo el mal frente a la hoguera en su casa.
Cierto es que la brujería ha sido representada de muy diversas formas según la parte del mundo en la que nos encontremos, siendo esta imagen la que se ha dado en el mundo occidental.
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En la actualidad, las brujas son un buen reclamo para disfrazarse en celebraciones como Halloween, pero la realidad es que siguen existiendo prácticas de brujería, como es el caso de la Wicca (una de las más difundidas), en la que realizan reuniones llamadas sabbats y esbats, una de ellas el 31 de octubre, precisamente coincidiendo con Halloween.
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En cuanto a las leyendas, a las brujas se las atribuye haber hecho un pacto con el diablo, lo que les permitía llevar a cabo prácticas como la magia negra o el mal de ojo. Podían hacer todo tipo de maleficios al servicio del maligno.
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Otra leyenda habla de cómo las brujas se reunían por las noches para llevar a cabo sus ritos mágicos. Eran los llamados sabbats, que hoy dan nombre a esas reuniones que se siguen haciendo.
Para esos encuentros en los que no se cocía nada bueno, las brujas podían llegar rápidamente desde donde se encontraran en lo que se conocía como el ‘vuelo de brujas’, surcando los cielos con sus escobas gracias al poder otorgado por el diablo.
Según esas leyendas, las brujas eran mujeres solitarias que vivían solo acompañadas por sus animales de compañía. Conocidos como 'familiares', eran tanto o más malas que ellas: los gatos negros, cuervos, sapos, arañas, ratas, liebres… Sobre todo si hablamos de los gatos negros, han llegado hasta nuestros días como símbolos de la mala suerte.
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Son famosas también las brujas por comerse a los niños, además de utilizar sus restos para sus pociones. Las leyendas en países como Rusia, República Checa o Polonia hablan de que las brujas incluso se metían en las habitaciones de los pequeños por las noches para pellizcarlos y chuparlos la sangre.
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A lo largo de la historia han sido muchas las leyendas e historias en torno a las brujas: Triora en Italia; Zugarramurdi en España; Pendle y Samlesbury en el Reino Unido; o las Brujas de Salem en Estados Unidos. Hoy, ya solo son parte de una historia de fantasía y del imaginario y la cultura popular, de algunas celebraciones y de historias contadas en múltiples formatos que las siguen recordando. Figuras que suscitan curiosidad y que siempre estarán ahí, quién sabe si acechando tras su caldero y volando sobre nosotros con su escoba.
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