¿En qué consiste el síndrome del bebé zarandeado?
Para cualquier madre o padre, cuidar de la salud de su bebé es lo más importante, pero en ocasiones la falta de información pueden provocar que llevemos a nuestros hijos a situaciones de riesgo inesperadas.
Es lo que ocurre con el síndrome del niño zarandeado. ¿De qué se trata y qué papel juegan sus cuidadores?
Se trata de un conjunto de dolencias derivadas de un traumatismo craneal que se produce al zarandear al bebé, un movimiento muy peligroso que da nombre al propio síndrome.
Bastan unos cinco segundos de este brusco zarandeo para provocar daños muy graves en el bebé.
Estas lesiones pueden abarcar desde ceguera a sordera a epilepsia y otros muchos trastornos neurológicos. E incluso en el peor de los casos la muerte.
Los bebés tienen proporcionalmente la cabeza más grande que el resto del cuerpo, por lo que hay que prestar especial atención a esta zona a la hora de manipularlos.
Además, en edades muy tempranas, los bebés todavía no tienen los músculos del cuello desarrollados, por lo que cualquier movimiento fuerte favorece dichos daños.
Y es que movimientos de aceleración fuertes como los que se producen en un zarandeo provocan que el cerebro choque violentamente contra las paredes del cráneo, derivando en inflamación o sangrado del cerebro, además de posibles lesiones medulares.
Los motivos que suelen provocar estos zarandeos pasan por la frustración que pueden sentir los padres ante prolongados llantos inconsolables o reacciones instintivas ante atragantamientos, cólicos o colapsos.
También podría producirse en el típico juego de lanzar a los niños al aire, aunque es más difícil que se den este tipo de lesiones a no ser que se lance al niño repetidamente y a alturas superiores a 20 centímetros.
En palabras de Noemí Núñez, neuróloga infantil del Hospital 12 de Octubre de Madrid, a Infosalus, este síndrome lo padecen en el mundo entre 20-25 bebés de cada 100.000. Unos datos respaldados por la Asociación Española de Pediatría (AEP). “En España, de los 450.000 niños nacidos al año, unos 100 pueden padecer este síndrome”, se puntualiza desde la AEP.
Hay quien lo desconoce y es por ello importante concienciar de la peligrosidad de esta práctica que cada año provoca la muerte de tantos bebés en todo el mundo y secuelas neurológicas y neurocognitivas graves en muchos otros.