¿Es malo crujirse los dedos? Mitos y explicaciones de un hábito común
Es uno de los hábitos más comunes. ¿Quién no ha hacer crujir sus dedos alguna vez? Hay quien encuentra placer en hacerlo, mientras que a otros les produce rechazo…
Pero el problema no es ese. La cuestión está en saber si este gesto, aparentemente inocente, puede causar algún tipo de problema a nuestras articulaciones.
Lo primero es entender cómo funciona todo y a qué se debe que escuchemos ese chasquido para algunos tan liberador y relajante por unos segundos.
Porque lo que muchos no sabrán es que ese sonido tan característico es el resultado de una “explosión” de pequeñas burbujas de gas.
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Hay que saber que las articulaciones están formadas por huesos, ligamentos, tendones y cartílago. A su vez, existe la cápsula que los une, que sirve para lubricar la articulación y esta compuesta por líquido sinovial y gases en pequeñas cantidades (como nitrógeno, dióxido de carbono y oxígeno).
Al estirar los dedos, se estiran los huesos y tendones que forman la articulación, lo que da lugar a que aumente el volumen de la cápsula sinovial y se rebaje la presión, liberándose gases del líquido sinovial en forma de “burbujas” que explotan.
La función de estos gases, junto al líquido sinovial, es proteger y lubricar a las articulaciones y son los responsables del ruido.
La sensación placentera también viene porque al crujir estas articulaciones hay una estimulación de algunas terminaciones nerviosas.
En principio no tendría que derivar en complicaciones si se hace esporádicamente, pero… ¿qué ocurre cuándo se convierte en rutina?
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Según afirman los especialistas, este inocente gesto no tiene por qué dañar las articulaciones siempre que se haga de forma esporádica. Aunque hay fisioterapeutas que consideran que al realizarlo se desgastan las articulaciones de forma innecesaria.
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Aunque anteriormente se temía que crujirse los dedos pudiera causar osteoartritis, esta creencia fue refutada por un estudio publicado en Annals of Rheumatic Diseases en 1990 y luego por una investigación adicional en 2011 publicada en el Journal of the American Board of Family Medicine. Sin embargo, a la larga, si se convierte en un hábito establecido, este gesto podría provocar la hinchazón de las manos o una ligera disminución de la fuerza.
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Así que mejor evitarlo, pero de hacerlo, siempre con moderación. Por la salud de nuestras falanges…