Las lágrimas de Dani Alves ante el juez
Era la comparecencia más esperada del juicio: Dani Alves daba su versión de los hechos ante el juez y, en un momento dado, no pudo contener las lágrimas. ¿El motivo? El ex jugador del Barcelona tenía claro que muchas de sus opciones pasaban por una comparecencia convincente. Y le ha puesto empeño a los 20 minutos que ha durado su intervención.
Dani Alves tan sólo ha respondido a preguntas de su abogada y, sobre todo, ha insistido en varias ocasiones en lo mucho que bebió y lo ebrio que iba. "Yo había bebido bastante y no podía conducir".
El acusado relata que, tras pasar por varios locales, llegaron a Suton a las 02:30 horas y se fueron directos al reservado. Fue en ese espacio donde invitaron a tres chicas: "la denunciante y sus amigas".
Tras bailar un rato, el brasileño detalla como "empezó a bailar más pegada a mí, a rozar sus partes con las mías. Me dijo que sí para ir al baño, no tuve que insistir", afirma.
Lo que Joana Sanz, pareja de Dani Alves, contó al juez sobre la noche de la presunta agresión
Dani Alves llega a detallar cómo fue la relación íntima que tuvieron en ese baño, asegurando que "estuve todo el rato sentado", negando que se comportara de forma violenta con la denunciante.
"No la abofeteé, ni la tiré al suelo. No soy un hombre violento. No me dijo que no quería practicar sexo. No volví a verlas. Cuando salimos de la discoteca, había bebido demasiado", añade en su comparecencia.
En ese punto de la declaración es donde entra su esposa, Joana Sanz, quien "estaba durmiendo en la cama". Y es en ese momento en el que Dani Alves se rompe y comienza a llorar, relatando lo que implicó la denuncia para él y sus finanzas.
La abogada de Dani Alves, Inés Guardiola, ratificaba la versión de su defendido, insistiendo una vez más en que su cliente "bebe y rellena la copa hasta seis veces. Tenía las facultades cognitivas y volitivas alteradas", señala.
Por su parte, Ester García, abogada de la denunciante, defiende lo contrario. "Si dice no, es no. El procesado, obviamente, sabía que no quería", ha señalado, mientras añadía que el alcohol no puede ser un atenuante. Por tal motivo, la acusación no ha dudado en solicitar 12 años de cárcel, la máxima por este tipo de agresiones.
Mientras, las conclusiones de la Fiscalía han valorizado el hecho de que la denunciante ha mantenido su versión desde un principio y que la versión es coherente y creíble, confirmando también el estrés postraumático de la joven.
Y es que la denunciante, un año después de los hechos, sigue de baja por lo ocurrido. "Alves se creía impune y para ser una relación consentida, hay mucha prisa por abandonar el lugar", concluye.
Ahora, todo queda en manos del juez y de una sentencia que llegará en las próximas semanas.