¿Por qué bostezamos?
El cuerpo humano, cuando goza de buena salud, puede considerarse como una máquina perfecta, a menudo caracterizada por mecanismos y reflejos fisiológicos que a veces damos por sentado. Como ocurre con el acto de bostezar, por ejemplo.
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El bostezo es un reflejo presente en los mamíferos que consiste en una inhalación larga con la boca abierta seguida de una exhalación igualmente larga.
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Este fenómeno se produce en varias ocasiones, por ejemplo cuando estamos muy cansados. A menudo sucede que, justo antes de ir a dormir, el acto de bostezar tiene más posibilidades de ocurrir.
Pero no sucede sólo cuando estás cansado. El bostezo también puede ocurrir después de una comida o en situaciones o contextos específicos, quizás si son aburridos.
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Algunos también han experimentado que bostezar también puede ser un acto extremadamente contagioso.
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Pero ¿por qué bostezamos? En realidad, no existen teorías determinadas sobre las posibles causas. En esta galería repasamos las posibles causas que indica la web de la Sleep Foundation, fundación en la que trabaja un equipo de expertos especialistas en salud y sueño.
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Suponiendo que no existe una teoría comprobada sobre por qué bostezamos, los expertos médicos de la Sleep Foundation plantearon algunas hipótesis.
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Según la primera hipótesis sugerida por la Sleep Foundation, bostezar podría ser un intento de despertar el cerebro durante un momento de cansancio o aburrimiento.
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De hecho, el acto de bostezar obliga a los músculos de la cara a moverse. Algunos estudiosos creen que durante el bostezo se produce un aumento del ritmo cardíaco debido a haber estimulado la arteria carótida. Además, se liberan hormonas de vigilia.
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Que el objetivo del bostezo sea despertar el cerebro se debe también a otra razón: la conductancia cutánea (SC), es decir, la medición de variaciones continuas en las características eléctricas de la piel.
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Según los científicos, la conductancia eléctrica aumenta al bostezar, al igual que la cafeína. Por eso se especula que llevar el cerebro al estado de vigilia es el objetivo principal del bostezo.
Para que esta hipótesis sea muy plausible existen algunas situaciones clásicas, en las que el bostezo se produce justo cuando hay que prestar más atención, como mientras se conduce o en otras situaciones pasivas.
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Otra hipótesis planteada por los expertos de la Sleep Foundation es que bostezar es de gran ayuda para "enfriar el cerebro".
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Esto significa que los movimientos de la cara y el cuello durante el bostezo pueden tener una función termorreguladora del cerebro, gracias a la cual el calor se disipa fácilmente.
Otro motivo que podría apoyar esta hipótesis es el hecho de que a algunas personas los ojos les lloran al bostezar, con la consiguiente liberación de calor.
En este sentido, se llevó a cabo un estudio sobre una especie particular de loros, los periquitos. Resultó que cuando estas aves bostezan, la temperatura ambiente aumenta.
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Otro experimento se realizó en humanos. La muestra se dividió en dos grupos y cada grupo vio el mismo vídeo en el que se reproducían imágenes de personas bostezando. El primer grupo tenía una compresa caliente en la frente y el segundo grupo tenía una compresa de hielo en la frente.
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¿El resultado? Las personas con la bolsa caliente bostezaban mucho más que las que tenían la bolsa de hielo.
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La función del bostezo como termorregulador cerebral también podría encontrarse en personas que, debido a determinadas afecciones, como ansiedad, ictus o esclerosis múltiple, experimentan un aumento de la temperatura interna.
Estas condiciones, según la Sleep Foundation, provocan un número desmesurado de bostezos, lo que podría ser la respuesta natural al sobrecalentamiento interno.
La tercera y última hipótesis, por otro lado, se refiere a por qué bostezar es contagioso y teoriza que es un acto de empatía.
Lo que se ha observado es que el bostezo contagioso se produce principalmente cuando la otra persona que bosteza es un familiar o una persona muy cercana, mientras que se produce con menor frecuencia cuando el que bosteza es un desconocido o un conocido.
Esta hipótesis también se ve reforzada por el hecho de que los bostezos infecciosos son casi inexistentes en niños de hasta 4-5 años. En este período, de hecho, se forman caminos mentales para comprender cómo se sienten las personas.
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Según algunos estudios, en los que se asignaron puntuaciones a determinadas características de una persona, se encontró que los perfiles con puntuaciones más altas en egoísmo, insensibilidad y otros toques antisociales tienen menos probabilidades de bostezar que otros.
La teoría de la empatía del bostezo también se ha explorado en el mundo animal. Parece que los perros, al igual que las personas, exhiben un bostezo contagioso a partir de los 7 meses de edad, cuando empiezan a fijarse en los demás.
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Pero a diferencia de los humanos, la emocionalidad o, por tanto, la proximidad a una persona determinada no influye en el bostezo contagioso del perro (como ocurre entre los humanos), un descubrimiento que pone en duda la hipótesis del bostezo empático.
Y hablando de bostezos contagiosos… ¡esperemos que no estés bostezando ahora mismo!
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