¿Qué pasó con las joyas rusas de los Romanov?
El trágico final de la familia Romanov derivó en innumerables misterios, entre ellos sus preciadas joyas, un verdadero tesoro que era contrabandeado o vendido por miembros de la familia real.
El 17 de julio de 1918, poco más de un año después de la Revolución Rusa de 1917, la policía secreta soviética sorprendió a miembros de la familia Romanov y los mató a tiros en medio de la noche.
Ese día estaban el zar Nicolás II, su esposa, Alejandra, y sus cinco hijos, Olga, Tatiana, María, Anastasia y Alexei.
Fue el fin de una dinastía duradera que gobernó el Imperio ruso durante más de 300 años. Posteriormente, muchas de las joyas de la familia pasaron a manos de otros monarcas, en distintos países del mundo.
El grupo revolucionario bolchevique conservó las joyas que la familia lució ese día, pero el resto de las piezas quedaron ocultas y recién fueron encontradas y reconocidas.
Recientemente, se subastaron en Suiza joyas de la gran duquesa María Pavlovna (1854-1920), tía de Nicolás II. Las piezas habían sido recogidas en secreto, en el Palacio Vladimir, de San Petersburgo, en septiembre de 1917.
Luego, el tesoro fue guardado en una bóveda secreta y las piezas fueron desmanteladas. El objetivo era sacarlos de Rusia, envueltos en periódicos viejos, con destino a Londres.
El detalle es que esto ocurrió en plena revolución bolchevique, encabezada por Lenin, y también durante la Primera Guerra Mundial.
"Durante la revolución, María Pavlovna entregó las joyas a alguien en quien confiaba, el diplomático inglés Albert Henry Stopford, que tenía la tarea de protegerlas en Londres", explicó a la AFP Olivier Wagner, especialista de la casa de subastas Sotheby's.
En ese escenario, la forma más segura de salir de San Petersburgo era, primero, en tren, a través de Finlandia, hasta llegar a Noruega. Mientras los submarinos alemanes patrullaban el Mar del Norte, eligieron el viaje desde el sur de Suecia hasta Escocia como el trayecto más corto y seguro para abordar el barco que los llevaría a Londres, según la revista Isto É.
María Pavlovna (imagen) fue una de las últimas en abandonar Rusia, en 1919, tras ver aniquilada a su familia.
La joyería rusa son piezas espectaculares, algunas de las más extravagantes de la historia. En la foto vemos la Tiara Vladimir, hecha de diamantes con perlas en forma de gota. El duque Vladimir Alexandervich, hermano menor del emperador Alejandro III, se lo regaló a su futura esposa, María de Mecklemburgo-Schwerin.
Posteriormente, la tiara fue vendida a María de Teck, reina consorte del Reino Unido de 1910 a 1936 y abuela de Isabel II.
Desde entonces, ha sido utilizado por varios miembros de la realeza británica, desde la propia reina Isabel II hasta la actual princesa de Gales, Kate Middleton.
Las reliquias de Romanov son muy valoradas por los monarcas británicos. En la foto, la princesa Ana luce una gargantilla con cuatro hileras de perlas con un gran zafiro central, rodeado de diamantes engastados en oro.
La pieza perteneció a María Feodorovna, madre de Nicolás II, y también fue comprada por María de Teck, bisabuela de Ana, en 1931, según informó El Mundo.
Como hemos visto, las joyas reales no pertenecen a un único reinado, ni se encuentran atrapadas en bóvedas o museos. Forman parte de la historia real, como uno de sus objetos más simbólicos.