Recordando a Ingrid Bergman: vida, pasión y legado de una estrella inmortal
Hablar de Ingrid Bergman es hablar de buena parte de la historia del cine. Fue, nada menos, que Ilsa en la mítica ‘Casablanca’, musa de Hitchcock y ganadora de tres premios Oscar.
Entre sus títulos más destacados, por nombrar algunos, además de ‘Casablanca’, podemos señalar ‘Por quién doblan las campanas’ (‘For Whom the Bell Tolls’), ‘Encadenados’ / ‘Notorius’, ’Gaslight’ / ‘Luz que agoniza’, ‘Asesinato en el Expreso de Oriente’ (‘Murder on the Orient Express’), ‘Juana de Arco’ (‘Joan of Arc’), ‘Stromboli’ o ‘Sonata de otoño’ (‘Höstsonaten’).
Según el American Film Institute, es la cuarta estrella más importante en la historia del cine. Y es que estuvo nominada hasta en siete ocasiones a Mejor actriz, de las cuales ganó en tres ocasiones (por sus trabajos en ‘Gaslight’ / ‘Luz que agoniza’, ‘Anastasia’ y ‘Asesinato en el Expreso de Oriente’ (‘Murder on the Orient Express’).
Una mujer cuya historia trascendió la pantalla y que seguimos recordando hoy en día.
Nació el 29 de agosto de 1915 en Estocolmo y falleció, el mismo día, 67 años después en Londres.
Su infancia no fue fácil y estuvo marcada por la muerte de sus padres. Su madre lo hizo cuando ella tenía tres años y su padre cuando tenía catorce. Fue entonces cuando fue a vivir con una tía, que igualmente falleció a los seis meses, por lo que acabó viviendo con otro de sus tíos.
Pese a su timidez confesa, consiguió triunfar como actriz. De hecho, tal y como ella mismo contó en su autobiografía, ‘My Story’, se convirtió precisamente en actriz para superar esa timidez. “Soy más yo misma cuando soy otra persona”, llegó a reconocer.
Comenzó a actuar en su Suecia natal, llegando a ingresar en el Royal Dramatic Theatre de Estocolmo, aunque no terminaría sus estudios pues pronto debutó como actriz en la gran pantalla.
Su primer filme fue la cinta del director sueco Gunnar Skoglund ‘Lanskamp’ (1932). Y pronto comenzó a trabajar con uno de los directores suecos más destacados del momento, Gustaf Molander, con el que hizo nada menos que siete películas en tres años.
Fue a raíz de una de ellas, 'Intermezzo' (1936), la que la hizo poner rumbo a Hollywood para hacer un remake de este exitoso filme, dirigido esta vez por Gregory Ratoff, cineasta con el que volvió a coincidir en ‘Los cuatro hijos de Adán’ / ‘Adam Had Four Sons’(1941).
Tras ellos comenzaron a llegar los primeros éxitos en la meca del cine: ‘Casablanca’ (1942), Por quién doblan las campanas’ (‘For Whom the Bell Tolls’) (1943), ‘Gaslight’ / ‘Luz que agoniza’ (1944)…
Y entonces Alfred Hitchcock también puso sus ojos en ella. Con él rodó ‘Spellbound’ (1945), ‘Encadenados’ / ‘Notorius’ (1946) y ‘Atormentada’ / ‘Under Capricorn’ (1949).
Entretanto no paraban de llegar las nominaciones y reconocimientos, como su primer Oscar a Mejor Actriz por ‘Gaslight’ en 1945.
Tras rodar con Hitchcock se convirtió en musa del director italiano Roberto Rossellini con quien rodó cinco películas entre 1950 y 1954: ’Stomboli’ (1950), ‘Europe 51’ (1952), ‘Te querré siempre’ / ‘Viaggio in Italia’ (1954) y ‘La Paura’ (1954)
Con Rossellini vivió, además, una intensa historia de amor que desafió el moralismo de Hollywood de la época. No en vano, abandonó a su marido para irse con el cineasta italiano, del que confesó haberse enamorado tras ver “Roma, ciudad abierta” (‘Roma, città aperta’).
Ingrid Bergman se había casado en 1937 con el neurocirujano sueco-estadounidense Petter Lindström y un año más tarde, en 1938, el matrimonio daba la bienvenida a su hija, Pia Lindström. Pero el paso del tiempo y la presión de Hollywood acabaron por desgastar la relación, por lo que Bergman llegó a pedirle el divorcio a su marido, que no se lo concedió.
Con su matrimonio con Lindström prácticamente acabado, en 1949 la actriz escribió una carta al cineasta italiano Roberto Rossellini manifestándole sus deseos de trabajar con él.
“Querido señor Rossellini: He visto sus dos filmes, 'Roma, ciudad abierta' y 'Paisà', que me han gustado mucho. Si necesita una actriz sueca, que habla el inglés perfectamente, que no ha olvidado el alemán, a quien apenas se entiende en francés y que del italiano solo sabe decir “Ti amo”, estoy dispuesta a acudir para hacer una película con usted. Ingrid Bergman”, era el contenido de dicha misiva que cambió el rumbo de su vida y su carrera.
Rossellini se trasladó a Estados Unidos para conocerla y se enamoraron en Italia rodando ‘Stromboli’. Él también estaba casado, era padre de familia y mantenía una relación extramatrimonial con la actriz Anna Magnani, aunque, una vez más, las mayores críticas fueron a parar a Bergman por dejar a su marido y su hija en Estados Unidos para atreverse a vivir su historia de amor con Rossellini.
Se casaron y tuvieron tres hijos (Roberto, que nació en 1950 y a las las gemelas Isabella e Isotta en 1952), no sin horroriza a la sociedad y la Iglesia de la época, que llegaron a compararla con una bruja que debía andar en la hoguera. Tal fue el escándalo que llegó a ser declarada persona non grata en Estados Unidos).
El cruce de acusaciones entre Ingrid Bergman y Petter Lindström, sumado a que no podía ver a su hija, la hicieron sufrir bastante y llegó a sentir en su fuero interno que era verdad todo aquello de lo que la sociedad le estaba acusando.
En un primer momento los trabajos de Bergman y Rossellini fueron un fracaso de crítica y taquilla, lo que, sumado al carácter violento y posesivo de él, acabó haciendo mella en el matrimonio. Se acabaron divorciando en 1957 y, un año más tarde, se casó con el productor de teatro sueco Lars Schmidt, del que se divorció en 1975.
En 1956, ya estando el matrimonio con Rossellini muy deteriorado, el director italiano le permitió rodar con el cineasta francés Jean Renoir, al que Rossellini admiraba mucho, ‘Elena y los hombres’ (‘Elena et les hommes’). Y comenzó su resurgir.
En 1957 se produce su reconciliación con Hollywood y la sociedad estadounidense tras ganar su segundo Oscar a Mejor Actriz por ‘Anastasia’, del director estadounidense de origen ucraniano Anatole Litvak.
Su trabajo no cesó en los siguientes años. Siguió haciendo mucho teatro, cine y televisión tanto Estados Unidos como en Europa, con títulos destacados como la obra ‘Hedda Gabler’, la película ‘Asesinato en el Orient Express’ (‘Murder on the Orient Express’), por la que recibió su tercer Oscar (en esta ocasión a Mejor Actriz de Reparto), o la serie de televisión ‘Una mujer llamada Golda’ (‘A Woman Called Golda'), en la que dio vida de forma magistral a la ex primera ministra de Israel Golda Meir, lo que le valió todo tipo de reconocimientos.
Fueron meses duros los del rodaje de ‘Una mujer llamada Golda’ (‘A Woman Called Golda'), pues Ingrid Bergman se encontraba en la fase terminal del cáncer de mama que le habían diagnosticado en 1975.
Ingrid Bergman murió el 29 de agosto de 1982 dejando una huella imborrable en la historia del cine. Y es por ello que todavía a día de hoy se la sigue recordando.