¿Cómo es la vida en una favela?
Se trata de barrios populares que en las grandes urbes de Brasil han crecido irregularmente, con gente humilde que levanta su casa generalmente sin licencia. La delincuencia tiene gran presencia en muchas de ellas. Otras, mejor controladas, acogen, incluso, a turistas de varias partes del mundo.
En todo Brasil hasta 12 millones de seres humanos habitan en favelas. Se trata de un cálculo aproximado ya que, por las características de estas barriadas, no hay un censo fiable al ciento por ciento.
Rio de Janeiro es la ciudad con mayor número de favelas. Se calcula que hasta dos millones de personas pueden vivir en estos montes que rodean la ciudad.
Rocinha era la mayor favela de Rio de Janeiro. En 1993 logró la condición de barrio, pero fue superada en tamaño por Fazenda Coqueiro. Estamos hablando de una favela donde la población supera de largo los 70.000 habitantes.
La población joven representa un altísimo porcentaje de quien vive en las favelas, cuyo crecimiento demográfico es superior a la media del país. La inseguridad es algo con lo que conviven sus habitantes, pero también son lugares de potente creatividad artística.
Otro elemento fundamental es el fútbol, deporte que es una verdadera religión en Brasil. Llegar a ser una estrella de este deporte es una aspiración en la favela porque puede representar el pasaporte a una vida mejor.
Hay muy diferentes tipos de favelas. Incluso las hay pacificadas y donde algunos extranjeros se han animado a comprar viviendas. Pero la realidad generalizada de las favelas es la de la precariedad, la pobreza y la violencia.
Un dato para conocer cómo es la realidad social de las favelas: si la media de menores de 15 años no alfabetizados en la ciudad de Río de Janeiro es del 3%, en las favelas ese porcentaje es del 10%.
Debajo del paisaje desordenado de la favela se desarrolla una rutina cotidiana como la de otros lugares: hay restaurantes, cajeros bancarios, tiendas, negocios, colegios...
La moto es un vehículo muy apto para las favelas, muchas veces territorios laberínticos, con estrechísimas calles y empinadas cuestas.
Rocinho siempre tuvo fama de ser la favela más peligrosa de Río. El narcotráfico utiliza sus calles como base de operaciones.
La policía suele realizar operaciones en las favelas para perseguir a los delincuentes pero organizaciones como Amnistía Internacional denuncian que los excesos de las fuerzas de seguridad son frecuentes.
Fuego cruzado y ejecuciones de uno y otro lado son parte de la realidad de muchas zonas en la favela.
Hay favelas al borde del mar y con extrarodinarias vistas. Y hay turistas que buscan su autenticidad. Algunas favelas, en ciertas condiciones, son visitables. En otras ha sucedido que el turista ha perdido la vida por una bala perdida o por un asalto violento.
Existen diferentes niveles en las favelas. Las hay donde todo es barro y condiciones muy penosas.
Las favelas acogen a gentes venidas de diversos puntos de Brasil hacia las ciudades en busca de mejor fortuna. Aunque Brasil tuvo un periodo de bonanza en el que la extrema pobreza descendió a nivel general, las desigualdades sociales siguen existiendo en el país.
Fotografiar la favela buscando su lado más chic es posible pero, finalmente, la realidad de estas barriadas suele ser muy dura.
De momento, las favelas persisten en el paisaje urbano de Brasil y siguen creciendo. Continuarán formando parte del paisaje que el viajero se encuentra cuando llega a Río de Janeiro y otras urbes del país.