Cosas que se hacían en los 2000 y ahora parecen imposibles
Puede que mucha gente no haya reparado, a pesar de que las cuentas son sencillas, pero desde el año 2000 ya han pasado más de dos décadas y eso, en la actual sociedad, es mucho tiempo.
Tal es así que en estas dos décadas largas que han pasado, hay muchas cosas que se hacían a diario y que ahora parecen antediluvianas. ¿Te apetece que recordemos algunas?
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El streaming era una quimera y si querías ver una película de estreno en casa, tocaba ir al videoclub y alquilarla. En ese segmento, era Blockbuster quien dominaba el mundo con puño de hierro.
Hay ya varias generaciones que no saben lo que es un teléfono fijo, un Domo o los prefijos de las Comunidades Autónomas. Tampoco han vivido la angustia de llamar a casa de tu pareja sin saber quién iba a coger el teléfono. Eran otros tiempos.
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Si en casa había una línea de teléfono pero en ella vivían cinco personas, tocaba bajar a la cabina telefónica a llamar. En ocasiones, incluso a esperar una hora a que alguien terminara. Esto ha pasado.
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El correo postal ha pasado a mejor vida. La inmediatez de los servicios de mensajería instantánea han sustituido a las cartas, aunque algunos nostálgicos sigan echando mano de este recurso, sobre todo en Navidad para los Christmas.
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Mucho antes que 'El Juego del Calamar' arrasara en Netflix, el 'Snake' lo hizo en Nokia. Un juego tan sencillo como adictivo que enganchó a millones de personas en todo el mundo.
Sin entrar en la procedencia de algunos CD's, en el año 2000 todo el mundo tenía su estuche o estuches llenos de CD's que, siendo realistas, no le daría tiempo a usar ni en tres vidas. Pero ahí estaban. Por si acaso.
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Es posible que haya habido gadgets más incómodos que el Discman pero nadie los recuerda. Un aparato de enormes dimensiones, que consumía más baterías que un cohete de la NASA pero que mucha gente llevaba a cuestas para escuchar su música por la calle. En los 2000, el Discman era sinónimo de molar.
No hay más que comparar las audiencias de los 2000 con las actuales. Si el vídeo mató a las estrellas de la radio, el streaming se cargó la televisión generalista. Aún sigue en ello.
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Si salías, sabías que tu ropa volvía oliendo a cenicero. Se podía fumar en bares, restaurantes, discotecas... Eso sí, habíamos avanzado desde los 80, cuando los médicos fumaban en sus consultas.
Foto: Unsplash - Possessed Photography
A principio de siglo, no había móviles con cámaras y las cámaras digitales aún no habían despegado, por lo que si querías fotos, tenías que terminar el carrete y llevarlas a revelar. Por cierto, valían un dineral.
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Ni navegadores, ni Google Maps, ni nada parecido. Para llegar a un sitio desconocido, las dos opciones pasaban por llevar un mapa de carreteras y, una vez en la zona, preguntar a los autóctonos.
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¿Te acuerdas de esos despertadores analógicos en los que ponías la manecilla del despertador a una hora que ni sabías cuál era? ¿Aquellos que te despertaban o del susto o del infarto que te daban al escucharlos? Bien, ahí hemos ganado como sociedad.
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Vale que había agendas de teléfono pero se quedaban en casa y, por si acaso, siempre había números que tocaba memorizar: padres, pareja, trabajo... La pregunta es, ¿te sabes algún número de teléfono de tu agenda actual?
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Los ordenadores comenzaban a ser habituales en los hogares y entre sus periféricos imprescindibles, estaba el ratón de bola que, además de ratón, era un recogedor de polvo y pelusas excepcional.
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No todas las casas tenían Internet y, por tanto, la forma de seguir la actualidad era a través del Teletexto, el buscador de noticias más avanzado y colorido de la época.
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Si querías buscar un número de teléfono, no había buscadores para ello, pero sí un libro enorme llamado 'Páginas Amarillas' que te daba todas las respuestas o el teléfono del sitio al que llamar para encontrarlas.