La gata que vivió 38 años y otras inquietantes curiosidades felinas

Aunque sean los perros los que tienen la fama de “los mejores amigos del hombre”, los gatos también se hacen querer y son unos excelentes compañeros en la convivencia. Los gatos pueden ser excelentes animales domésticos, aunque tienen sus códigos y hay que saber comprenderlos. Por ello, te descubrimos una serie de curiosidades para disfrutar mucho más de la relación con nuestros amigos felinos.

En el Antiguo Egipto, los gatos eran considerados animales sagrados tanto por el pueblo como por los Faraones. Tal es así que existen numerosas estatuas y jeroglíficos de estos animales. E incluso diosas como Bastet o Sekhment se representaban con cabeza felina.

Son animales más antiguos que los perros, pero han tardado mucho más tiempo en ser domesticados. Según estudios de científicos de la Universidad de Viena y del Museo Nacional de Escocia, esta domesticación se remonta a hace 10.000 años. Concretamente habría ocurrido en Oriente Próximo y el norte de África. 

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En la Edad Media, los gatos sufrieron su peor momento. Los mataban y los quemaban vivos por ser considerados como símbolos del demonio y de las brujas. Y más aún si eran negros. 

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Cuenta la leyenda que una noche de 1560, en Lincolnshire (Inglaterra), a un padre y su hijo se les cruzó un gato negro al que apedrearon. Este se escondió en casa de una mujer a la que, previamente, habían acusado de brujería. Al día siguiente, la mencionada señora apareció con magulladuras, por lo que se creyó que las brujas eran capaces de hacerse pasar por gatos y pasear por la noche de forma desapercibida. 

Afortunadamente, no en todos los países los gatos negros dan mala suerte. En lugares como Escocia, Australia o Japón ocurre todo lo contrario. 

Varía en función de la edad y de otras circunstancias -como la actividad física que tenga a lo largo del día, si está o no en celo o si padece alguna enfermedad, por ejemplo-, pero se estima que un gato adulto duerme de media unas 15 horas al día. En el caso de los cachorros y de los más mayores, pueden pasarse hasta 20 horas durmiendo.

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Depende de la raza y de otros factores como la alimentación o posibles enfermedades, pero lo normal es que un gato viva entre 12 y 15 años. Los siameses, por ejemplo, viven de media 18. Y según la edición de 2010 del Libro Guinness de los Récords, una gata de Austin (Texas) llamada Creme Puff fue la más longeva, llegando a vivir nada menos que 38 años y 3 días. 

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Los bigotes de los gatos son importantes herramientas sensoriales, ya que gracias a ellos pueden obtener una gran cantidad de información de lo que ocurre a su alrededor y medir distancias. Por ello, nunca han de ser cortados. 

También son muy importantes para ellos sus orejas. Tienen 32 músculos en cada una de ellas. Las pueden girar hasta 180º y moverlas por separado orientándolas hasta la fuente de sonido y, según parece, oyen mejor los sonidos más agudos, por lo que preferirían las voces femeninas a las masculinas. 

Según apuntan diferentes expertos, los felinos utilizan los maullidos para comunicarse con los humanos. Y dependiendo de la forma de maullar nos están diciendo una cosa u otra. 

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No sólo se comunican maullando, también pueden ronronear o gorjear -lo que puede significar tanto que están a gusto como que no se sienten bien-. E incluso pueden imitar sonidos como el llanto de un bebé cuando quieren conseguir algo. 

Sobre sus famosas siete vidas, es cierto que están diseñados, por sus características físicas, para sobrevivir a importantes caídas. Según un estudio de 1987 de la Asociación Americana de Medicina Veterinaria, cuanta más altura (hasta cierto límite), más posibilidades de minimizar los daños, ya que necesitan mínimo un metro y medio de altura para darse la vuelta y preparar sus patas y su cuerpo para prevenir el impacto. Son capaces de crear un efecto paracaídas y sus fuertes músculos actúan de amortiguadores. 

Según un estudio de 2019 llevado a cabo por investigadores japoneses de la Universidad Sofía de Tokio y liderado por Atsuko Saito, los gatos domésticos son capaces de reconocer su nombre cuando es pronunciado por los humanos.

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No está demostrado por estudios científicos, pero al parecer los gatos son capaces de percibir los cambios químicos del cuerpo cuando una mujer está embarazada y modifican su comportamiento hacia ella. Algunos podrían alejarse durante días, pero la mayoría tiende a mostrar más cariño y protección. 

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Si un gato se tumba bocarriba y se deja tocar la barriga, significará que está absolutamente relajado y confiado, en un ambiente que entiende como seguro y familiar. 

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Tienen la lengua áspera y rugosa por culpa de las papilas cónicas, compuestas de queratina. Estas les facilitan la realización, entre otras cosas, de temas como la alimentación o el aseo. 

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No necesitan el agua para limpiarse. De hecho, los veterinarios no lo recomiendan porque pueden resecar su piel y eliminar sus feromonas. Ellos se asean a base de su saliva, capaz de eliminar su grasa de forma natural. 

No son incompatibles con el medio acuático, aunque, por lo general, su piel y su pelaje no están preparados para el agua porque, ancestralmente, procedían de zonas desérticas. No obstante, tras la domesticación, hay algunos gatos a los que les gusta el agua. Y hay gatos de razas, como la Van Turco, a los que se considera grandes nadadores. 

Los gatos esconden sus excrementos en la arena para evitar los olores y alejar a los depredadores, por lo que, para ellos, es muy importante un buen arenero donde hacer sus necesidades.

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Por una anomalía cromosómica, los gatos tricolores suelen ser hembras. 

Tienen 5 dedos en cada una de las patas delanteras y 4 en cada una de las traseras. En total: 18 dedos. 

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Les gusta arañar para marcar su territorio, no sólo con marcas físicas, ya que al hacerlo también segregan hormonas. Les sirve igualmente para relajarse, tonificar su cuerpo o activar su circulación. 

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Al igual que las serpientes, usan el órgano de Jacobson para cazar o reproducirse. Se trata de un órgano auxiliar del sentido del olfato que se sitúa en el hueso vómer (entre nariz y boca). Con él, consiguen analizar moléculas como las feromonas. 

La cola también les sirve para comunicarse. Por ejemplo, la cola en alto significará que el gato está contento. Sin embargo, si la esconden entre sus piernas, mostrarán sumisión. 

Los gatos tienen su 'huella dactilar' en la nariz. Cada una de ellas es totalmente diferente de las otras, con distintas líneas y hendiduras que nada tienen que ver entre las de unos y otros. 

Por una mutación genética en sus papilas gustativas, no son capaces de percibir el sabor dulce. 

Odian los olores como el de la naranja, el limón, la cebolla o el vinagre. 

El chocolate es tóxico para los gatos, porque el cacao contiene sustancias como la cafeína o la teobromina y los mininos no tienen enzimas capaces de digerirlas. En altas dosis, puede causarles la muerte. La lactosa, por otro lado, tampoco les sienta bien y, en su mayoría, se van volviendo intolerantes según van creciendo. 

Foto: Unsplash (Sebastian Latorre @sebalatorre)

De recién nacidos, casi todos los gatos suelen tener los ojos azules, pero a las tres semanas, van cambiando hasta adoptar su color definitivo. Si el gato es blanco y el color azul de los ojos permanece (o tiene un ojo azul y otro de otro color), podría significar que el gato es sordo por culpa del gen W. 

Aunque la creencia popular es que es imposible que un gato y perro se entiendan, lo cierto es que pueden llegar a convivir juntos siguiendo una serie de indicaciones. Lo mejor es que estén juntos desde que son crías. Por otro lado, también es cierto que hay razas de canes más apropiadas que otras para convivir con gatos. 

La gestación de las gatas dura 60 días. Pueden tener de 2 a 3 camadas al año y en cada camada de, forma general, suelen parir de 4 a 6 crías. 

No todas las razas de gato tienen pelo. Esta circunstancia se produce por culpa de una mutación genética e implica una serie de cuidados especiales en lo relativo a su exposición al sol o la higiene. 

Foto: Unsplash (Juan Manuel Sanchez (@juanman61)

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