La peculiar vida de Joan Crawford: ¿una villana de la vida real?
Joan Crawford, cuyo verdadero nombre era Lucille Fay LeSueur, no creció en la opulencia que más tarde definiría su imagen pública, sino en Texas en 1904. Su padre abandonó a la familia antes de que ella naciera y quedó bajo el cuidado de una madre estricta. Este contexto fomentó en ella una determinación feroz para escapar de su pasado. Según Vanity Fair: "Crawford desarrolló una armadura emocional que la ayudaría a soportar los altibajos de Hollywood".
Joan fue moldeada por los estudios MGM, que cambiaron su nombre a Joan Crawford. Su dedicación al trabajo y su disciplina eran inigualables, lo que la llevó a convertirse en una de las actrices más icónicas de los años 30 y 40. Pero detrás de su implacable ambición, había una mujer que controlaba cada aspecto de su vida y la de quienes la rodeaban. Hollywood Reporter afirmó que "nadie trabajaba más duro que Joan para mantenerse en la cima".
Aunque se le relacionó con distintos compañeros de actuación, su relación más notoria e intensa fue con Clark Gable, su compañero en varias películas. Aunque ambos estaban casados en distintos momentos, su romance era un secreto a voces en Hollywood. La química entre ellos era evidente tanto dentro como fuera de la pantalla, lo que los convirtió en una de las parejas más comentadas. Según The Telegraph, "Gable fue una de las pocas personas a las que Joan parecía realmente amar".
Cuando Joan dejó MGM en 1943, después de haber sido una de sus mayores estrellas, lo hizo en medio de tensiones con el jefe del estudio, Louis B. Mayer. Según The Guardian, "Crawford se fue por su propio pie, desafiando a Mayer, quien la había ayudado a convertirse en una estrella".
Ninguno de sus matrimonios tuvo un final feliz. Su primer matrimonio con el actor Douglas Fairbanks Jr. terminó debido a la presión de su suegro, el legendario Douglas Fairbanks Sr., quien desaprobaba la relación. Posteriormente, se casó con Franchot Tone, pero su carácter dominante erosionó rápidamente la relación. Sus otros dos matrimonios, con Phillip Terry y Alfred Steele, con quien aparece en la foto, también fueron un fracaso. Según The Guardian, "Crawford veía el matrimonio como una lucha por el control, lo que explicaba su incapacidad para mantener una relación duradera".
El papel que le dio a Joan Crawford su único Óscar fue el de Mildred Pierce (1945). En la película, interpreta a una madre luchadora que sacrifica todo por el bienestar de su hija. Irónicamente, el papel reflejaba su obsesión con proyectar una imagen de madre devota, a pesar de las oscuras realidades de su vida privada.
Este libro, escrito por su hija adoptiva, Christina Crawford, a quien adoptó en 1940, pintó un retrato devastador de Joan como una madre abusiva y cruel. Publicado en 1978, después de la muerte de Joan, el libro sacudió a Hollywood y manchó su legado. Según The New York Times, "Christina describió una infancia llena de maltrato físico y emocional, que contrastaba brutalmente con la imagen pública de su madre como estrella de cine glamorosa".
Además de Christina, Joan adoptó otros tres hijos: Christopher, Cathy y Cindy. Sin embargo, su relación con Christopher fue tan tensa como con Christina, y ambos fueron excluidos de su testamento. Según The Washington Post, "Christopher describió su infancia como una pesadilla, afirmando que Joan era emocionalmente inestable y propensa a arrebatos de ira".
Uno de los detalles más inquietantes que emergió tras la publicación de "Mommy Dearest" fue la obsesión de Joan con la limpieza. Christina relató cómo su madre la obligaba a limpiar la casa a altas horas de la noche, castigándola si encontraba el más mínimo rastro de polvo. Según Vanity Fair, esta obsesión con la perfección doméstica simbolizaba el control que Joan necesitaba ejercer sobre su entorno.
Christopher abandonó el hogar a los 18 años y nunca volvió a tener una relación cercana con su madre. En su testamento, Joan dejó a Christopher, al igual que a Christina, fuera de su herencia, citando que lo hacía "por razones que él conoce muy bien". Según The Washington Post, "Christopher describía a su madre como una figura autoritaria que no soportaba ser desafiada".
Joan Crawford y Bette Davis eran enemigas acérrimas, tanto dentro como fuera de la pantalla. Su antagonismo alcanzó su punto máximo durante la filmación de "What Ever Happened to Baby Jane?" ("¿Qué fue de Baby Jane?" en España / "Qué le pasó a Baby Jane" en Hispanoamérica - 1962), en la que ambas llevaron su resentimiento a extremos poco profesionales. Según Vanity Fair, Davis y Crawford "se odiaban tanto que Joan llegó a sabotear a Bette fuera de cámara, poniendo pesos en su cuerpo para hacerle daño durante una escena física".
Aunque Joan Crawford se presentaba como una mentora para las actrices jóvenes, su relación con Marilyn Monroe fue complicada. Después de que las dos compartieran un momento íntimo, Monroe rechazó a Joan, lo que enfureció a Crawford. Desde entonces, comenzó a criticar públicamente a Marilyn por ser "vulgar" y poco profesional. Según Vanity Fair, "Joan nunca perdonó la humillación pública y privada que sentía cada vez que Marilyn la eclipsaba".
Joan Crawford se esforzó enormemente por construir una imagen pública de estrella glamorosa y de éxito. Pero su vida privada era muy distinta. Detrás de las cámaras, Joan luchaba con demonios internos: la inseguridad, el control extremo y la desesperación por mantenerse relevante. Según Vanity Fair, "Crawford era la encarnación de la estrella que construye una fachada perfecta, solo para que las grietas en esa fachada terminen destruyéndola".
Con los años, Crawford luchó contra el alcoholismo, lo que agravó sus problemas emocionales y su reputación en Hollywood. La combinación de su perfeccionismo implacable y su dependencia del alcohol creó un ambiente tóxico tanto en su vida personal como profesional. Según Vanity Fair, "Joan usaba el alcohol para enmascarar su inseguridad y la soledad que sentía al final de su carrera".
A pesar de su estatus icónico, Joan Crawford cayó en desgracia en Hollywood a medida que envejecía. Con el tiempo, los papeles comenzaron a escasear, y su imagen cuidadosamente construida empezó a desmoronarse. Según The Hollywood Reporter, "Crawford no pudo adaptarse a las nuevas tendencias de Hollywood, y su desesperación por mantenerse relevante solo aumentó su reputación de difícil".
Joan Crawford murió el 10 de mayo de 1977, dejando tras de sí un legado complicado. Aunque fue una de las estrellas más grandes de Hollywood, su imagen quedó profundamente afectada por Mommy Dearest. La película basada en el libro de Christina, lanzada en 1981, consolidó la percepción pública de Joan como una madre abusiva, opacando su carrera cinematográfica. Según Vanity Fair, "el legado de Crawford sigue siendo un tema de debate: ¿era una estrella malentendida o, en la vida real, peor villana que en sus películas?".