Elena de Borbón: la vida de la Infanta sin corona
Designada para ser reina de España, la infanta Elena (Madrid, 1963) vio su destino alterado por un artículo constitucional que la desplazó a un segundo plano, un espacio que ha sabido hacer suyo. Con 61 años recién cumplidos, repasamos su vida en esta galería fotográfica.
Elena María Isabel Dominica de Silos de Borbón y Grecia vino al mundo el 20 de diciembre de 1963 en Madrid, en la clínica de Nuestra Señora de Loreto, y es la hija mayor de los reyes don Juan Carlos de Borbón y doña Sofía de Grecia.
Su infancia transcurrió en el palacio de la Zarzuela. En la imagen la vemos celebrando un cumpleaños de su hermana, la infanta Cristina.
De niña estudió en Madrid, en el Colegio de Santa María del Camino y completó su formación cursando Magisterio en la Escuela Universitaria ESCUNI de Madrid. Además obtuvo una licenciatura en Ciencias de la Educación en la Universidad Pontificia Comillas (Madrid).
La infanta Elena permaneció siempre ajena a que podría haber ocupado el lugar de su hermano Felipe, asumiendo cuál era su posición. "Las dos hemos vivido una situación idéntica. Cuando nace Felipe, mi marido no es rey, ni siquiera ha sido designado heredero. Pero ya desde niñas van sabiendo que el día que su padre reine, el inmediato sucesor será su hermano varón. Es lo mismo que yo viví desde pequeña", contó al respecto su madre, la reina Sofía, en una entrevista a Pilar Urbano. Eran otros tiempos...
El caso es que la infanta Elena fue creciendo. Y siempre demostró, al igual que su padre, una gran pasión por deportes como el esquí, la hípica o la vela.
Llegó la adolescencia y, como cualquier plebeyo, la de la infanta Elena no reflejó su mejor etapa. Pero había que pasarla.
En cuanto a amores, al margen de "novietes" que fueron la comidilla de las tertulias de sociedad de la época, como el que mantuvo (y confirmó él mismo después) con Cayetano Martínez de Irujo, el jinete Luis Astolfi (que según cuentan fue su gran amor) o el arquitecto Alfredo Santos, al final se comprometió con el aristócrata Jaime de Marichalar.
Fue un 23 de noviembre de 1994 cuando se hizo público que la infanta Elena y Jaime de Marichalar, hijo de los condes de Ripalda, contraerían matrimonio. Una boda que se celebró por todo lo alto en la catedral de Sevilla.
La ciudad hispalense se volcó aquel 18 de marzo de 1995. No en vano se trataba de la primera boda real que se celebraba en España en 80 años. Y contó nada menos con representantes de 39 casas reales de todo el mundo.
Fruto de aquel matrimonio llegaron al mundo sus dos hijos: Felipe Juan Froilán de Marichalar y Borbón (1998) y Victoria Federica de Marichalar y Borbón (2000). Y los cuatro juntos ofrecían una imagen de postal.
Dicen los expertos en moda que, gracias a los consejos de su marido, aquella fue la mejor época de la infanta Elena en lo que a estilo y tendencias se refiere. Pero de puertas para adentro la realidad era otra.
Y llegó lo inaudito: el 13 de noviembre de 2007, la Casa Real anunció el "cese temporal de su convivencia matrimonial”. Un cese temporal que se fue alargando hasta concretarse en un divorcio que se inscribió en el Registro Civil de la Familia Real el 21 de enero de 2010 y se dio a conocer a los medios el 9 de febrero de ese mismo año.
Desde entonces, la postura de la infanta Elena pasó por mantenerse en un segundo plano, centrándose en su trabajo (dirige el área de Acción Social de la Fundación MAPFRE). Y en lo relativo a su vida personal poco más se sabe...
Por un tiempo siguió ejerciendo labores de representación para la Casa Real, aunque desde el 19 de junio de 2014, con la llegada al Trono de su hermano Felipe, dejó de formar parte de la Familia Real para ser miembro de la Familia del Rey, con lo que eso suponía: dejó de tener una agenda propia y la pérdida de una asignación económica de los presupuestos para la monarquía.
No obstante, en ocasiones puntuales, ha seguido asistiendo a compromisos de la Casa Real. Sobre todo en aquellos actos que tienen contenido social o cultural.
Y todo pese a que, según cuentan los cronistas en Casa Real, su relación con su cuñada, la reina Letizia, es un tanto complicada...
Cuentan de ella que es la más Borbona de la familia, con lo que ello significa. Por lo que no es extraño verla disfrutando de la fiesta de turno al lado de Bertín Osborne o la drag queen Nacha la Macha.
Por otro lado, a sus 60 años sigue manteniendo su pasión por la hípica, su deporte favorito. Y no es extraño verla compitiendo.
También ha heredado de la familia el gusto por la vela, un deporte muy con mucho significado dentro de la familia Borbón.
No en vano, además de su abuelo, el conde de Barcelona, don Juan de Borbón, también lo practican tanto su hermano, el rey Felipe, como su padre, el rey emérito don Juan Carlos, al que está muy unida.
De hecho, no ha dudado en visitarlo en la mayoría de ocasiones en las que su padre ha regresado a España para competir en las regatas en Sansenxo (Galicia). Y es que según publican los medios, desde su marcha a Abu Dabi, la infanta Elena se ha convertido en uno de sus principales apoyos.
Igualmente en su día no dudó en posicionarse al lado de su hermana, la infanta Cristina, cuando fue condenada al ostracismo tras el escándalo del caso Nóos y su posterior separación de Iñaki Urdangarin.
Como buena Borbona, también ha heredado de don Juan Carlos el gusto por la tauromaquia, algo que ha inculcado a sus hijos, Felipe y Victoria de Marichalar y Borbón.
Por lo demás, la infanta Elena lleva una vida todo lo tranquila que una infanta de España puede llevar en su piso de 450 metros del madrileño barrio de Niño Jesús, por el que es habitual verla paseando con su perrito.
El tiempo pasa para todos, también para las hijas de los reyes. Y la infanta Elena ha llegado a los 61. ¿Qué le deparará esta nueva década?